Carlos III, rey de Nápoles y España

Carlos III

Carlos III, hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio y miembro de la Casa Borbón nace en Madrid el 20 de Enero del año 1716. Fue el tercero de los hijos de Felipe V, fruto de su segundo matrimonio, y fue su hermanastro Fernando IV quien ostentó el título de heredero de la Corona de España.

En el año 1734, momento en que finaliza la guerra por la sucesión en Polonia, librada entre 1733 y 1735, Carlos III llega a Nápoles, para poco después hacerse con el control sobre Sicilia. Además, había heredado de su madre los ducados de Piacenza, Parma y Toscana, pasando a convertirse entonces en rey de Nápoles con el nombre de Carlos VII.

En 1737 contrae matrimonio con María Amalia de Sajonia, hija del rey de Sajonia Federico Augusto II, y con la que tuvo trece hijos aunque solamente siete de ellos pudieron llegar a la mayoría de edad.

Tras la muerte de su hermano Fernando VI se convierte en 1759 en el sucesor de éste como monarca de España, así que regresa a su país natal acompañado de su esposa y sus hijos, quedando viudo apenas un año después de su regreso.

En 1761 y en alianza con Francia declara la guerra a Gran Bretaña, conflicto que se prolongará durante un año, y vuelve a hacerlo en 1779. Durante esta segunda guerra Carlos III trata de recuperar la colonia británica de Gibraltar, dando lugar al Sitio de Gibraltar, un terrible asedio que duró cuatro años y resultó infructuoso para España. En 1782 los españoles ocupan Menorca logrando que Gran Bretaña la entregue, además su colonia de La Florida mediante la firma del Tratado de Versalles en 1783.

Su política en España estuvo basada en los principios reformistas que utilizase su difunto hermanastro, aunque ello no fue del agrado de la mayoría de españoles. Un ejemplo de ello fue disminuir las competencias de los jueces diocesanos y recuperar el pase regio (que otorgaba al rey la potestad para admitir o rechazar aquellas decisiones del pontificado), además de reducir la amortización de bienes. El descontento ciudadano aumentó con las tasas urbanísticas, las reformas sobre los bienes y una iniciativa para cambiar las costumbres en cuanto a la vestimenta.

En Madrid se prohibió el uso de las capas largas, debido a que podían ser usadas por los criminales para ocultar armas, lo cual fue interpretado por los españoles como una ofensa contra sus costumbres. Esto inició el llamado Motín de Esquilache el 23 de Mayo de 1766, en el que se pedía la renuncia del Marqués de Esquilache, Leopoldo de Gregorio, el ministro y consejero de Carlos III que había instaurado esta norma.

Tras la revuelta ocurrida tanto en la capital (la casa del marqués fue saqueada) como en otras provincias, Carlos III envió a su equipo de consejeros de vuelta a Italia con una importante compensación económica. La paz fue restablecida y el rey nombró un nuevo equipo de consejeros, entre los que se encontraba el filósofo y político Gaspar Melchor de Jovellanos, además de exiliar a los jesuitas, los cuales parecían haber instigado la revuelta popular.

Carlos III inicia entonces una campaña de creación de centros educativos, escuelas agrícolas y de comercio, con intención de que la educación llegue a todas las clases sociales. También lleva a cabo reformas fiscales, liberaliza la agricultura y el comercio y crea los vales reales en Septiembre de 1780, la primera moneda en papel emitida en España. Justo dos años más tarde funda el Banco de San Carlos, e inicia la tarea de crear una nueva ley sobre la agricultura, que tardará doce años en ser aprobada.

Carlos III fallece en Madrid, la ciudad que le vio nacer, el 14 de Diciembre de 1788.

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