Miguel Hernández, el humilde poeta

Miguel Hernandez

Miguel Hernández Gilbert  nace en Orihuela, Alicante, el 30 de Octubre de 1910. De familia humilde, el joven Miguel no puede permanecer por mucho tiempo en la escuela, viéndose en la necesidad de trabajar como pastor de cabras, y pronto desarrolla una gran pasión por la literatura, descubriendo a autores de la talla de Luis de Góngora, Garcilaso de la Vega. Poco después comienza a participar en las tertulias literarias con el que será su mejor consejero y amigo de por vida, Ramón Sijé. Su obra poética se caracterizará por la profundidad de sus versos y un fuerte componente de compromiso social.

Con apenas 20 años empieza a publicar sus poemas en varias revistas (El Día de Alicante o El Pueblo de Orihuela), y luego decide desplazarse hasta Madrid en 1930 donde también colaborará en publicaciones sobre poesía. En la capital española también entablará relación con algunos de los mejores poetas de su tiempo, poco después pasa a trabajar de redactor en dos libros: Los toros, tratado técnico e histórico (también llamado el Cossío) y Misiones pedagógicas, escrito por Alejandro Casona. Su poema más célebre es «El rayo que no cesa«, y fue escrito en 1936 durante esta década de profusa actividad.

Tras la Guerra Civil, en la que participa activamente, es detenido cuando trata de entrar en Portugal y condenado a la pena capital, pero finalmente esta sentencia es conmutada por la de 30 años de prisión. Pese a ello Miguel Hernández no volverá a salir, falleciendo el 28 de Marzo de 1942 víctima de la tuberculosis.

Producto de sus experiencias durante la Guerra Civil son los poemas «Viento del pueblo» y «El hombre acecha«, en un estilo propio que posteriormente se llamó «poesía de guerra», así como «Cancionero y romancero de ausencias«, terminado durante su estancia en prisión.

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