Isaac Albeniz, inquieto compositor español

Isaac Albeniz

Isaac Albeniz es uno de nuestros más grandes y admirados compositores. De espíritu inquieto y siempre voraz de conocimiento, su vida estuvo desde muy pequeño ligada a sus conciertos, a su avidez por saber más y conocer mundo. Tanto es así que con sólo 10 años se marchó de casa para recorrer España organizando su propia gira de conciertos, gira que dos años después, con solo 12, lo llevó, en una segunda fuga de casa, a marcharse a Buenos Aires.

Isaac Manuel Francisco Albéniz y Pascual nació en Camprodón, una bonita localidad gerundense, el 29 de mayo del año 1860 y ya a muy temprana edad comenzó a mostrar que sus capacidades estaban muy por encima de todos. Con solo 4 años este niño prodigio dio su primer concierto como pianista en Barcelona. Apasionado de ese instrumento musical intentó continuar sus estudios en el Conservatorio de París, pero al no poder entrar en él, terminó trasladándose a Madrid con su familia.

Fue precisamente en Madrid donde se fugó por primera vez de casa. Era el año 1870 e Isaac Albeniz decidió por sí mismo recorrer Castilla ofreciendo conciertos de piano. La segunda de sus fugas lo llevó a cruzar el Atlántico y marcharse a Buenos Aires hasta que finalmente, protegido por el conde de Morphy, secretario personal del rey Alfonso XII, quien reconoció su valía, marchó a Bruselas en 1876 para ingresar y continuar estudiando en su Conservatorio. Allí consiguió tres años después un primer premio en piano, otorgado unanimemente por su virtuosismo a las teclas. Regresó entonces a España, y entre concierto y concierto, comenzó a componer y dirigir.

Precisamente sus tres primeras zarzuelas las compuso siendo director de una compañía ambulante hasta que en el año 1882, el más importante de su carrera quizás, se casó con Rosa Jordana y Lagarriga, y conoció a Felipe Pedrell, su más importante influencia, pues con él comenzó a estudiar composición. Fue Pedrell quien dirigió su atención hacia la música popular española inspirándole en las composiciones nacionales y otorgándole un mayor espíritu ambicioso que le permitiera abordar temas mucho más complejos de los que hasta entonces había compuesto.

Gracias a Pedrell, Albeniz comenzó a perfilar su estilo, componiendo sus primeras obras importantes, como la «Suite española» (1886).

Su fama lo llevó a París y finalmente a Londres adonde se trasladó en 1890 con su mujer y los tres hijos que había tenido con ella. Contratado por el empresario Henry Lowenfeld trabajó en el Teatro Lírico y en el Teatro Príncipe de Gales y compuso para su mentor la comedia líria «El Ópalo Mágico» estrenada el 19 de enero de 1893.

Ciudad cultural, Londres le otorgó los contactos que necesitaba. Uno de ellos, el del poeta millonario y dramaturgo aficionado Francis Burdett Money-Cutts, le dio el apoyo financiero que necesitaba para vivir tranquilamente el resto de su vida. Con él comenzó a trabajar en 1894, componiendo desde entonces obras como «Henry Clifford» (1895), «Pepita Jiménez» (1896) o «Merlín» (1898), ésta última la primera de una trilogía que se propuso componer, de la cual, la segunda obra, «Lancelot«, quedó incompleta, y la tercera, «Genevre» ni siquiera llegó a comenzar.

Su delicado estado de salud (padeció durante doce años el llamado Mal de Bright -nefritis crónica-) le llevó a volver a España en busca de un clima más cálido, en el año 1900, y finalmente a París, lugar donde comenzaron a reunirse grandes artistas españoles como los maestros Turina o Falla. Sin embargo, su ánimo interpretativo comenzó a cambiar sutilmente. Volvió al piano y finalmente se centró en componer la que sería su gran obra, la suite para piano «Iberia» (1905-1908) que le valió reconocimiento mundial e histórico, pues en ella se inspiraron otros grandes músicos y compositores españoles como Falla o Granados.

Sin embargo, poco podría disfrutar del éxito de su obra, pues Isaac Albeniz falleció apenas un año después, el 18 de mayo de 1909 en Cambo-les-Bains, en los Pirineos franceses, poco antes de cumplir los 49 años.

Pendiente quedaron la entrega de la Gran Cruz de la Legión de Honor que el gobierno francés iba a imponerle a petición de otros grandes músicos (entre ellos Debussy o Granados, gran amigo suyo), y la finalización de su obra «Azulejos«, acabada magníficamente por Enrique Granados a petición expresa de su esposa.

Hoy, sus restos reposan para siempre en el cementerio de Montjuic.

Os dejo con su suite «Iberia»

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