La Reina Victoria, la abuela de Europa
Alejandrina Victoria, conocida por la Historia como la Reina Victoria, nació el 24 de mayo de 1819 en el londinense palacio de Kensington, siendo bautizada en esa misma ilustre residencia un mes después.
Nieta de Jorge III, su padre fue Eduardo, duque de Kent, y su madre María Luisa Victoria de Sajonia-Caburgo, de ascendencia alemana y casada con Eduardo en segundas nupcias.
Debido a la temprana muerte de su padre, hasta los 3 años Drina, que es como la llamaban familiarmente, sólo hablaba alemán, el idioma de su madre, pero, una vez que escaló puestos en la línea de la sucesión, comenzó su esmerada educación lo que incluía idiomas como el inglés, el francés o el italiano. Y es que aunque sí que existía la posibilidad de que llegara a reinar, dado que se encontraba en los primeros puestos de la línea sucesoria, lo menos pensado se hizo realidad cuando Victoria se colocó en el número uno.
A pesar de que su abuelo, el Rey Jorge III, tuvo 15 hijos, el destino quiso que ninguno de los descendientes de sus hijos varones, excepto Victoria, sobrevivieran a la infancia. Cuando murieron padre y abuelo, en enero de 1820, Victoria, con menos de un año de edad, se colocó a la cabeza de la línea sucesoria.
Como era demasiado joven, dos de los hermanos de su padre, que subieron al trono como Jorge IV y de Guillermo IV, se encargaron de la corona mientras ella crecía y se formaba como soberana. Tras el fallecimiento de éste último, poco después de cumplir ella 18 años, Alejandrina Victoria fue proclamada Reina, concretamente el 28 de junio de 1838, en la abadía de Westminster. Comenzó así la Era Victoriana.
Mujer de fuerte carácter y férrea defensora de sus creencias, a pesar de su inexperiencia en los primeros tiempos, supo mantener su postura contra viento y marea y confiar en quienes consideraba beneficiosos para su aprendizaje. Sus primeros aliados fueron los Whig, o liberales, encabezados por William Lamb, vizconde de Melbourne, pero el transcurrir de los acontecimientos, y también la influencia posterior de su esposo, el príncipe alemán Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, primo suyo, terminaron acercándola a los tory, cuya conservadora actitud se acercaba realmente a su educación y pensamiento.
La Reina Victoria conoció a su primo Alberto, en 1835, cuando ella tenía 16 años. A pesar de que su unión, el 10 de febrero de 1840, comenzó como la culminación de un proyecto de intereses políticos, lo cierto es que el amor que ambos cónyuges se profesaron durante sus años juntos ha quedado registrado en la Historia. Por otra parte, la influencia de Alberto, de gran cultura y desarrollado instinto político, fue una pieza fundamental en la brillantez de la época Victoriana.
De este matrimonio nacieron 9 hijos que, con el paso de los años, fueron instalándose entre las distintas monarquías europeas y teniendo hijos a su vez. Es por eso que llegó a conocerse a la Reina Victoria como «la abuela de Europa«. Entre estos hijos se encontraba Eduardo, príncipe de Gales, que sucedería a su madre con el nombre de Eduardo VII.
Pero antes tendría que llegar un año terrible, el año 1861, que fue, sin duda, el peor de los que tuvo que presenciar la Reina. En marzo murió su madre y en diciembre su idolatrado esposo, el que había su inestimable consejero y apoyo incondicional. A partir de ese momento, se autoimpuso un luto que no abandonó ni el día de su muerte.
Prosiguió entonces Victoria sola con su reinado, siempre apoyada en su voluntad inquebrantable. Entre los logros de la Era Victoriana podemos destacar la interacción positiva entre burguesía y aristocracia, el impulso y desarroll de la Revolución Industrial del país y la expansión colonialista que convirtió a Inglaterra en un gran imperio. En 1877 fue además proclamada emperatriz de la India.
La Reina Victoria murió el 22 de enero de 1901, a los 81 años, después de más de 6 décadas de reinado.