Christopher Reeves, para siempre Superman
Si os digo «Superman» o Clark Kent, sin duda, la cara de Christopher Reeves es una de las primeras que asaltarán vuestra cabeza. Y es que este actor supo dar como nadie al personaje del celuloide (nacido del cómic) la heroicidad necesaria para convertirlo en uno de nuestros inmortales preferidos.
Nacido en la Gran Manzana en 1952, tras el divorcio de sus padres en 1956, se mudó a Princeton con su hermano Benjamin. Allí crecieron a cargo de su madre, que se volvió a casar unos años después y les dio otros dos hermanos, Jeff y Kevin.
Christopher estudió en la Princeton Day School, donde ejercía de ayudante del director de la orquesta del instituto, además de cantar en un coro local, en el que templó su buena voz de barítono. Por si no fuese suficiente, ya en su adolescencia trabajaba regularmente como actor (debutó con quince años en el Williamstown Theatre Festival).
Prosiguió su formación artística en la Universidad de Cornell. Allí, antes de graduarse, en 1974, fue uno de los dos actores seleccionados (junto a su amigo Robin Williams) para estudiar arte dramático en la Juilliard School de Nueva York con el renombrado John Houseman.
Mientras tanto, trabajó en una serie de televisión (Love of life, 1974-1976), intervino en una obra protagonizada por Katharine Hepburn (A matter of gravity, 1976) y consiguió un breve papel en la película de David Greene Alerta roja: Neptuno hundido (1977).
Fue un deportista nato, excelente nadador, aficionado al hockey sobre hielo y la equitación y piloto licenciado, que con 1,93 metros de estatura y una apariencia de niño bueno, conquistó el papel de Clark Kent en Superman (1978), de Richard Donner, una costosa superproducción con un reparto brillante (Marlon Brando, Susannah York, Glenn Ford, Terence Stamp, Trevor Howard).
El dinero que ganó con «Superman» lo destino a adquirir una nueva casa que ocupó con su flamante esposa, la agente de modelos británica Gae Exton, madre de sus dos primeros hijos, Matthew (1979) y Alexandra (1982).
Después de este gran hit, la saga continuó con Superman II (1980), cuya repercusión multiplicó la de la anterior, generando, de este modo, Superman III (1983), ambas dirigidas por Richard Lester. Se dice que tal éxito lo enterró en vida, puesto que se afanaba en demostrar una y otra vez su talento sin conseguirlo.
Entre rodaje y rodaje, este superhombre se divorció de su primera esposa en 1987 y cinco años más tarde, en 1992, se volvió a casar con la actriz Dana Morosini, madre de su hijo Will (1992) y su fiel compañera hasta el final.
El 27 de mayo de 1995 una caída de su caballo le provocó la fractura de dos vértebras cervicales y le seccionó la médula espinal durante un concurso hípico en Charlottesville. Desde entonces permaneció en una silla de ruedas, con respiración asistida.
Christopher Reeves falleció el 10 de octubre de 2004 a consecuencia de un ataque cardíaco en un hospital de Nueva York, a los cincuenta y dos años de edad.