Anna Pavlova, la muerte de un cisne

Anna pavlova

El 31 de enero de 1882 nacía en San Peterbursgo una prematura, diminuta y débil criatura que estaba llamada a ser una de las más brillantes y elegantes bailarinas de ballet clásico de todos los tiempos: Anna Pavlova. Huérfana de padre desde los dos años, Pavlova era una niña enfermiza y consentida por su madre quien, para proteger la salud de su hija, la envió a vivir al campo con su abuela, en Ligovo.

Lo que sentía Anna Pavlova por la danza era verdadero amor, un amor que nació el mismo día en que su madre la llevó a ver el ballet de «La Bella Durmiente». Absorta por tal espectáculo, Pavlova decidía, con tan sólo ocho años, convertirse en una de las más destacadas bailarinas que la historia ha conocido.

Con diez años, Pavlova era admitida en la escuela de danza, donde estuvo sometida a un intenso régimen de entrenamiento y disciplina. Con maestros como Oblakov, Ekaterina Vazen, Pavel Guerdt o Marius Petipa, adquirió en vigor y la fuerza necesarias que tanto necesitaba y que conservaría hasta el fin de sus días.

Anna contaba con tan sólo 17 años cuando lo asistentes al Teatro Mariinsky tuvieron el privilegio de contemplar su debut. Tras representar diversos papeles,su amigo Michael Folkin la instaba a interpretar «El cisne» de Saint-Saes en una obra benéfica. Juntos trabajaron la música y en el baile, naciendo así el más famoso solo de danza de todos los tiempos: La muerte del cisne. Tras un rotundo éxito, Pavlova se convirtió en la bailarina principal de «El lago de los cisnes» y en prima ballerina del Teatro Mariinsky.

La suerte le sonreía y ese mismo año se casaba con el barón Víctor Emilovith Dandre, quien pronto tomó las riendas de la carrera de la joven. En 1907, realizaba su primera gira en Riga, con Adolph Bohn como pareja de baile. Sus siguientes destinos fueron países como Suecia (donde recibiría la Orden Sueca del Mérito en Arte), Dinamarca, Alemania o Austria. Viajes y éxitos se sucedían hasta que «El cisne» conquistó al mundo entero. Anna recorrió los principales teatros y óperas de Europa y América haciendo gala de una indiscutible belleza, gracia y una encomiable pasión por la danza.

En Estados Unidos, algunos de sus mejores amigos (entre los que se encontraban Mary Pickford y Charles Chaplin) la convencieron para filmar sus danzas. Gracias a ellos, podemos hacernos una idea del estilo y elegancia que cautivó a toda una generación que, el 23 de enero de 1931, lloraba la muerte del cisne más famoso de todos los tiempos. Con apenas 49 años, a causa de una afección respiratoria, El Cisne cerraba sus ojos para siempre.

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