Clara Campoamor, importante política del siglo XX

Clara Campoamor

Una de las artífices del movimiento feminista en España fue, sin lugar a dudas, la política Clara Campoamor Rodríguez. Nacida en Madrid el 12 de febrero de 1888, y tras ejercer varios oficios a lo largo de su juventud, con 36 años se convertirá en una de las pocas abogadas (se licenció en Derecho en apenas dos años) que ejercen su profesión en nuestro país.

Con la idea de lograr la igualdad de las mujeres con los hombres, así como su libertad política y la equiparación de sus derechos, Campoamor se acerca a la militancia del PSOE aunque jamás militaría en el partido.

Con la proclamación de la Segunda República en 1931, Clara fue elegida como diputada por el Partido Radical al que se había afiliado por su declaración de ser un partido «republicano, liberal, laico y democrático», locual encajaba a la perfección con el ideal político de la abogada.

Asimismo, tomó parte de la Comisión Constitucional, donde no se arengó y luchó eficazmente para conseguir diversos objetivos: la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas que se hubiesen tenido tanto dentro como fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo denominado en esa época como “voto femenino”. De todos estos puntos los logró todos, con excepción del voto el cual tuvo que ser debatido en el Parlamento.

Uno de los hitos históricos más comentados de esta época, fue el debate que mantuvo con otra reconocida diputada: Victoria Kent; esta, a diferencia de Clara, era contraria al voto de las mujeres por lo que la disputa fue excepcional y, finalmente, Campoamor se alzó con la victoria, consiguiendo el sufragio femenino con el apoyo de la minoría de derechas, gran parte de los diputados del PSOE -excepto el sector liderado por Indalecio Prieto- y algunos republicanos.

En 1934 abandonaría el Partido Radical y, cuando en 1937 estalló la Guerra Civil, decidió exiliarse a Francia donde escribió un libro considerado de referencia: “La revolución española vista por una republicana”.

Tras dedicarse sobre todo a la traducción y sin poder regresar nunca a España, murió en 1972 siendo trasladados sus restos mortales al cementerio de Polloe, en San Sebastián.

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