Heinrich Schliemann, descubridor de Troya
Hasta la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad de Troya era considerada una invención literaria del poeta Homero, porque los arqueólogos no habían encontrado ninguna prueba que pudiera demostrar su existencia. Sin embargo, Heinrich Schliemann, quien desde niño estudiaba los mitos de la Ilíada con pasión, creía que la historia que detallaba el poeta griego era cierta e intentó descubrir todo lo que de ella se encontrara oculto bajo las ruinas de un mundo que había avanzado ya varios siglos.
La biografía de Heinrich Schliemann tiene varios tintes novelescos: de origen alemán, pertenecía a una familia modesta y tuvo que trabajar desde muy chico de lo que pudiera para colaborar con la economía de su hogar. Como tenía una gran visión para los negocios, logro convertirse en un acaudalado comerciante, pero eso no distrajo nunca su interés por la mitología griega y Troya. Cuando tuvo recursos suficientes viajó a Asia a buscar la ciudad con la que había soñado desde su niñez.
La Ilíada describía dos “cristalinos manantiales” como punto de referencia. Durante siglos cientos de investigadores visitaron la región buscando las ruinas de Troya, pero Schliemann optó por investigar otro de los puntos de referencia que describía el poema de Homero: la hoy en día “colina de Hissarlik” y en el año 1868 comenzó sus estudios sobre la región.
Allí cerca, en tiempos históricos, se había alzado la ciudad helénica, más tarde romana de “Novum Ilum”, “Nueva Troya”, de la que todavía quedaban ruinas. La habían construido los antiguos donde creían que se encontraba la “sagrada llión” de Príamo. En un montículo que se encontraba en el lugar Heinrich Schliemann comenzó sus excavaciones.
De septiembre a noviembre de 1871, ochenta trabajadores bajo la dirección de Schliemann abrieron una profunda trinchera frente al escarpado declive septretional, cavando hasta una profundidad de diez metros bajo la superficie de la colina. Contando con la ayuda de ingenieros ingleses y muchos más obreros de lo que poseía al comienzo, no detuvo nunca su investigación y un año más tarde , orientado por Dorpfeld, un joven e inteligente ayudante comenzó a encontrar no sólo las ruinas de Troya, sino cientos de objetos pertenecientes a aquella época y murallas por doquier.
Así es como Heinrich Schliemann descubrió su amada Troya, la que hasta entonces había sido considerada un invento de los historiadores. En las excavaciones se encontraron 12 ciudades una construida sobre la otra. La séptima de estas ciudades era la de Homero, la amada por este investigador que no cesó hasta encontrarla.
Heinrich Schliemann falleció en Nápoles en 1890.
Estubo muy interesante, gracias x la información.