Sarah Bernhardt, la divina
La divina Sarah, así fue rebautizada debido a su excéntrico carácter. Brilló en los teatros de la segunda mitad del siglo XIX y en los comienzos del cine y se la considera la mejor actriz de todos los tiempos.
Henriette Rosine Bernard nació en París, un 23 de octubre de 1844. Su madre, Julie Bernard, era de origen holandés. Trabajaba como prostituta de lujo y tuvo cinco hijas, pero sólo dos sobrevivieron: Sarah y Jeanne, que nunca supieron quienes fueron sus padres biológicos. Sus primeros años los pasó en Bretaña y por esa razón adoptó la forma bretona de su apellido: Bernhardt. Allí, y aun siendo muy joven, se dañó la rodilla derecha al caer por una ventana. A pesar de sanar rápidamente, las secuelas la persiguieron toda la vida.
Después del accidente, su madre la llevó consigo a París. En 1853 ingresó en el colegio conventual Grandchamp, donde tuvo su primer contacto con el escenario al participar en una obra teatral titulada “Tobías recupera la vista”. En un momento se planteó la posibilidad de hacerse monja, pero a los 15 años de edad, dejó Grandchamp y su madre trató de introducirla en el negocio familiar, algo que Sarah rechazó debido a su formación conventual. Fue el duque de Morny, hermanastro de Napoleón III, que era un cliente habitual del salón de Julie, quien ayudó a Sarah a ingresar en el Conservatoire de Musique et Declamation en 1859. Allí ganó, dos años después, el segundo premio en tragedia y una mención honorífica en comedia.
Al terminar sus estudios, y otra vez con la ayuda del duque, ingresó en la Comédie-Française, debutando el 11 de agosto de 1862 con la obra Iphigénie. Al año siguiente dejó la Comédie y fue contratada por el Teatro Gymnase donde actuó en diversas obras. En 1864 conoció a Charles-Joseph Lamoral, príncipe de Ligne, con quien compartió una apasionada relación hasta que quedó embarazada y el príncipe la abandonó. El 22 de diciembre del mismo año nació su único hijo, Maurice Bernhardt.
La actuación no daba sus frutos aún y Sarah se vio obligada a seguir los pasos de su madre hasta que su carrera teatral creciera. Y lo hizo en 1869, con la obra Le Passant, de François Coppée. En obras como Lorenzaccio, Hamlet y L´Aiglon, Sarah interpretó un papel masculino.
Luego de la Guerra Franco-Prusiana, el dramaturgo Victor Hugo eligió a Sarah para protagonizar el reestreno de su obra Ruy Blas, y luego para actuar en Hernani. Las interpretaciones de sarah tuvieron un éxito inimaginable y la actriz regresó a la Comédie-Française, ya como una gran estrella. Su estilo de actuación, basado en la naturalidad, rompías con las viejas tradiciones de caracteres histriónicos y gestos sobreactuados, profundizando en la psicología del personaje.
En 1879 viajó a Inglaterra, donde conoció a Oscar Wilde, para quien más tarde, en 1893, representó su obra Salomé. Ese mismo año, Sarah fue ascendida a «Socio Pleno» de la Comédie-Française, la más alta jerarquía de dicha institución. Durante 1880 recorrió EE.UU. y Sudamérica. También recorrió Europa y visitó Egipto y Turquía, actuando no sólo en los grandes teatros del mundo, sino también en los más pequeños. A pesar de haber tenido muchos amores, se casó con un oficial griego llamado Jacques Aristidis Damala en 1882. aunque fue una relación complicada, permanecieron juntos hasta la muerte de Damala, en 1889, debido a su abuso de morfina. Sarah le enterró en Atenas y adornó la tumba con un busto tallado por ella misma.
Además de la actuación, la artista se interesó por la escultura y la pintura, llegando a exponer en el Salón de París en diversas ocaciones, y recibiendo premios y menciones honoríficas. También escribió también tres libro: su autobiografía titulada Ma double vie, Petite Idole y «´art du Théâtre: la voix, la geste, la pronontiation.
Al comenzar el siglo XX, Sarah Bernhardt actuó en el cine. En 1906 rodó La Dame aux Camélies junto a su amante Lou Tellegen. Se dice que cuando Sarah la vio, se horrorizó tanto que mandó a destruir el negativo. En 1913 filmó Jeanne Doré, considera la mejor película de la divina Sarah. Dos años después, durante una de sus interpretaciones en una obra, se lastimó la rodilla que ya se había dañado de pequeña y que ya le venía produciendo fuertes dolores. No hubo más opción que amputarla. Sin embargo, Sarah continuó actuando. La Primera Guerra Mundial había comenzado y la actriz realizó una gira para animar a las tropas francesas.
La salud de la gran actriz empeoró y sufrió un gravísimo ataque de uremia que estuvo a punto de matarla. En 1923 rodaba la película La Voyante en su propia casa, puesto que estaba ya muy delicada. El 15 de marzo, luego de filmar una escena, se desmayó. El 26 de marzo falleció en los brazos de su hijo Maurice. Sus restos fueron despedidos por 150.000 franceses y fue inhumada en el cementerio de Pére-Lachaise. La divina Sarah había quedado en la Historia.