Sócrates, el mártir de la filosofía

La Muerte de Socrates

“Sólo sé que no sé nada”

Sócrates fue el filósofo más importante de la cultura no sólo occidental, sino también universal, y junto a sus sucesores Platón y Aristóteles, los tres grandes representantes de la filosofía griega.

Sócrates nació en Atenas en el siglo V a.C, la denominada edad Clásica y época dorada para la ciudad y toda la cultura griega. Hijo de Sofronisco, de profesión cantero, y de Fainarate, comadrona, al nacer su padre consultó al oráculo, que le aconsejo dejar crecer a su hijo libremente, sin reprimirle nada. Pero en lugar de ser un vago entregado al ocio (aunque en cierta forma, los filósofos griegos lo eran), desde muy joven Sócrates se destacó por sus razonamientos y su facilidad de palabra en las reuniones que compartía con los ciudadanos jóvenes aristocráticos.

Su educación tradicional lo acercó a la literatura, la música y la gimnasia. Luego se familiarizó con la dialéctica y la retórica de los sofistas. Al principio, siguió los pasos de su padre, pero su pasión por la filosofía era más fuerte. Contrajo matrimonio con Xantipa, de mujer noble familia que al parecer no le agradan los filósofos, pero a él mucho no le importó. Su prioridad era oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se hacían llamar sabios -como los sofistas-, algo que él mismo no se consideraba, aun cuando el oráculo de Delfos declaraba que no había ningún griego más sabio que él.

Filósofos, poetas y artistas eran los interlocutores favoritos de Sócrates, ante quienes fingía saber menos y los guiaba a través de charlas que ponían al descubierto sus errores. Su más grande mérito fue la creación de la mayéutica, un método inductivo para alcanzar la resolución de los problemas que se planteaban por medio de hábiles preguntas cuya lógica iluminaba el entendimiento.

Aunque Sócrates fue obediente con las leyes de Atenas, evitaba la política. Se sabe que no escribió ningún libro ni fundó una escuela de filosofía. De hecho, todo lo que se sabe acerca de él es gracias a la obra de su discípulo Platón, que atribuyó sus propias ideas a su maestro. Platón describió a su maestro escondiéndose detrás de su irónica profesión de ignorancia (la «ironía socrática»), con gran ingenio y agudeza mental.

Pero la genialidad nunca es gratuita, y Sócrates tuvo que lidiar con la desconfianza de muchos de sus contemporáneos. En el año 399 a.C. y con 70 años de edad, fue acusado de despreciar a los dioses y corromper moralmente de la juventud, alejándola de los principios de la democracia. Lo condenado a muerte, pero Sócrates hizo una réplica irónica y provocativa a la sentencia, proponiendo pagar una pequeña multa dado el escaso valor que tenía para el Estado un hombre dotado de una misión filosófica. Esto enfadó tanto al jurado que se volvió a votar a favor de la pena de muerte por una gran mayoría.

Aunque sus amigos planearon su huida de la prisión, él prefirió enfrentar su condena y pasar sus últimos días junto a sus seres queridos y seguidores. La noche que cumplió su sentencia, mantuvo su ironía y vivaz sarcasmo, pues tras beber una copa de tósigo preparado con cicuta, como dictaba el procedimiento habitual de ejecución suicida, dijo: “Acuérdate de comprar un gallo para Asclepio”, el dios de la Medicina que podía resucitar a los muertos.

Con el correr del tiempo, Sócrates ha sido visto como una figura sabia, benévola y martirizada a causa de sus creencias intelectuales, pues de esa manera lo presentaron sus discípulos Platón y Jenofonte. Esta imagen casi mítica acabó tomando vida propia, quizás alejada del hombre histórico cuyo ser verdadero probablemente no lleguemos a conocer jamás.

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1 comentario

  1. `laura dice:

    que agan una prueve de todo el libro el q balla le yendo el libro««««««

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