La muerte de Allan Poe, el fin de un romántico
Edgar Allan Poe era un romántico, por más que lo negara. Tras publicar su melancólico poema El Cuervo, donde trata la pérdida del ser amado repitiendo la repetida palabra Nevermore (Nunca más), irónicamente su esposa falleció dos años después y esto agravó la adicción del escritor al alcohol y a las drogas. Pero él nunca dejó de escribir. Dentro de sus muchos cuentos, se destaca Los crimenes de la Rue Morgue y La carta robada, donde se presenta el personaje de Auguste Dupin, antecesor de Sherlock Holmes. William Wilson, El pozo y el péndulo, El enterramiento prematuro y El gato negro, son otros cuentos cuyos ecos nunca se desvanecen.
Un tiempo después Edgar regresó a Richmond, donde se reencontró con Sarah Royster, un viejo amor de juventud, quien lo animó a casarse nuevamente, pidiéndole a cambio que dejara sus vicios. La boda sería el 17 de octubre de 1849, pero Edgar nunca llegó al dichoso día. De hecho, su rastro se perdió y el 3 de octubre, y a sólo dos semanas de la boda, fue hallado en las calles de Baltimore en estado de delirio y trasladado al Washington College Hospital, donde murió el 7 de octubre de ese mismo año.
La muerte de Edgar Allan Poe siempre fue un misterio, se perdieron los informes médicos y el certificado de defunción, aunque los periódicos informaron que su muerte se debió a «congestión» o «inflamación» cerebral, una manera bonita de decir “intoxicación por alcohol”. Edgar nunca explicó cómo había llegado a esa situación, ni por qué, por ejemplo, llevaba ropas que no eran suyas. Julio Cortázar y otros autores recogieron la leyenda que dice que en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un explorador polar, llamado Reynolds, que había servido de referente para su novela de aventuras fantásticas La narración de Arthur Gordon Pym (su única novela, escrita en 1838), y que al expirar pronunció estas palabras: “¡Que Dios ayude a mi pobre alma!”.
Aunque su sueño de editar su propio periódico, que se llamaría The Stylus, nunca se cumplió, sus obras traspasaron las fronteras espaciales y temporales, y sus influencias pasearon por literatura simbolista francesa y el surrealismo, pasando por Baudelaire, Dostoyevski, Karfka, Mann, Borges, Cortázar y Rubén Darío.
Edgar Allan Poe era un escritor desencantado tanto de la literatura como de la sociedad que lo rodeaba, y buscó siempre un fin artístico superior en sus obras, al fin y al cabo, un verdadero romántico.
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Foto vía: Khokolotte