El barón de Montesquieu, pensador ilustrado

Montesquieu

Charles Louis de Secondat es el auténtico nombre del barón de Montesquieu, uno de los más influyentes pensadores de la Historia Moderna, cuya ideología y conceptos filosóficos y políticos fueron claves en los movimientos que desembocaron en la posterior Revolución Francesa y en todo el proceso de independentismo norteamericano casi un siglo después. De él se desprenden muchos de los conceptos que aún hoy día se conservan en la auténtica democracia, derivados de la separación de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.

Nacido en La Brède, en Burdeos, el 18 de enero del año 1689, en el seno de una familia noble, Charles-Louis siguió las líneas paternales, estudiando Derecho en las Universidades de Burdeos y París y dedicándose después a la vida política. Fue Consejero del Parlamento de Burdeos y posteriormente lo presidió desde los años 1716 al 1727. En aquellos años se casó con Jeanne Lartigue (1715) y heredó de su tío, además de una fortuna, el título de barón de Montesquieu (1716).

Sin embargo, su inquietud por el conocimiento lo llevó a vender el cargo de parlamentario y viajar por toda Europa para aprender de las costumbres e instituciones de otros países. Precisamente en uno de esos viajes Montesquieu quedó admirado por el sistema constitucional inglés, del que obtuvo las fuerzas e ideas necesarias para luchar, desde entonces, contra el sistema absolutista de su país de origen, Francia, que tantas desgracias y penurias económicas estaba trayendo al pueblo llano.

A pesar de que ya venía desarrollando su particular filosofía en otros escritos anteriores, como en las «Cartas Persas» (1721) donde ya mostró su especial sarcasmo hacia la sociedad francesa del momento, fue su obra «Del espíritu de las leyes» la que impactó sobremanera no solo en su época, sino durante los siglos siguientes, hasta el punto de que el espíritu que se trasciende de sus estudios y exposiciones en la misma, prendió la mecha revolucionaria, muchos años después, para alzar al pueblo contra los poderes fácticos que gobernaban Francia. Aquellas mismas ideas sirvieron además en los procesos de elaboración de muchas de las constituciones europeas que se fueron legislando a partir de aquel siglo.

Enmarcado dentro del espíritu de los llamados ideólogos de la «Ilustración«, junto con Voltaire o Rousseau, su filosofía racionalista lo llevó a luchar por la libertad política, por la tolerancia y por la denuncia de algunas de las improntas que imperaban en las sociedades europeas de la época, como la esclavitud.

En su famoso libro, Montesquieu elaboró toda una filosofía de gobierno amparado en el derecho y la libertad, en las condiciones económicas de cada país y en sus costumbres y tradiciones. Supo definir los diferentes tipos de gobierno, denostando el despotismo como una forma de gobierno tiránico, defendiendo la república como ideal de los antiguos sistemas de gobiernos igualitarios de la Antigua Roma, pero sobre todo, elaborando todo un proceso político y legal de cómo debería ser una auténtica Monarquía en la que el príncipe o rey debería estar limitado por unos poderes intermedios encargados de gobernar.

Luchó por la separación de los tres poderes, de modo que defendió y desarrolló las ideas que tiempo atrás expusiera John Locke: si dos o tres de esos poderes residieran en una misma persona o ente, indefectiblemente se alteraría la armonía y la injusticia se extendería en la sociedad. Si los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial estuvieran separados en tres personas o entidades diferentes, por contra, se evitaría que el gobierno acabara siendo déspota o tiránico.

Charles-Louis de Secondat, barón de Montesquieu nos dejó el 10 de febrero de 1755, en París, pero para la Historia quedará su inmortal obra y muchas de sus frases, hoy recordadas y puestas de ejemplos en tantos centros de enseñanza por todo el mundo.

He aquí algunas de las frases de Montesquieu:

  • «Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder».
  • «Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa.»
  • «Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad.»
  • «La descomposición de todo gobierno comienza por la decadencia de los principio sobre los cuales fué fundado.»
  • «Para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella.»
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