Constantino, el primer emperador cristiano

Constantino I el Grande

Constantino I el Grande fue uno de los más destacados emperadores romanos, famoso por otorgarle legitimidad legal a la religión cristiana en el Imperio y -entre otras cosas- por fundar una de las ciudad más maravillosas de la Antigüedad tardía: Constantinopla.

Cayo Flavio Valerio Aurelio Claudio, mejor conocido como Constantino I, nació en Naissus en el año 272, hijo de Flavia Elena y Constancio Cloro, uno de los césares de la Primera Tetraquía. Su padre compartía el poder con dos augustos, Diocleciano y Maximiano, y otro césar, Galerio. El joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano, hasta que en el año 305 su padre obtuvo el título de augusto, pero al año siguiente, murió en la Britania romana. Constantino, que estuvo a su lado en su lecho de muerte, fue proclamado el nuevo augusto por el general y las tropas de Constancio Cloro.

Al mismo tiempo, en Roma se nombraba emperador al hijo de Maximiano, Majencio, que reclamaba el título de único Augusto. De esta forma comenzó un período de disputas políticas y luchas de poderes. En la batalla del Puente Milvio, en el 312, Constantino venció a Majencio y luego se alió a Licinio, quien venció a Maximino en 313. El imperio había quedado dividido en ellos: Licinio dominaba en Oriente y Constantino en Occidente, hasta que en 324 obtuvo la victoria definitiva y el poder absoluto del Imperio Romano.

Durante su gobierno, Constantino introdujo grandes cambios que afectaron la historia para siempre. Además de reformar leyes, cortes y ejércitos, trasladó la capitalidad del imperio a Bizancio (actual Estambul) y la rebautizó Constantinopla, la segunda Roma. Pero la mayor de sus obras fue la de permitir el libre culto a los cristianos, tan perseguidos en aquel entonces.

Se cree que su conversión se debió a un presagio que tuvo antes de la batalla del Puente Milvio. Primero, mientras marchaba con sus tropas, vio en el cielo la forma de la cruz; luego tuvo un sueño en el que recibió la orden de colocar un nuevo símbolo en su estandarte, el Crismón (monograma de Cristo), pues en su visión apareció también la inscripción latina In hoc signo vinces (en toutōi nika, en greigo), o sea “con este signo vencerás”. Inmediatamente, mandó a pintar esto en los escudos y a realizar el nuevo estandarte, y finalmente venció a Majencio. Como resultado, se convirtió de inmediato al cristianismo. También cabe destacar que su madre Elena, que era cristiana, tuvo una gran influencia en él.

Al poco tiempo, Constantino entregó los viejos cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio para que se construyera una basílica cristiana, que se convirtió en sede catedralicia: la actual Basílica de San Juan de Letrán. Tiempo después mandó a construir otra sobre el sitio donde se decía que había sido martirizado San Pedro y donde sus restos descansaban: la Basílica de San Pedro.

En el año 313, Constantino y Licinio había promulgado el Edicto de Milán, que permitía la práctica del cristianismo. Esto le permitía a los cristianos –anteriormente perseguidos y martirizados- ocupar cargos oficiales, construir edificios propios y llevar adelante sus ritos, aunque aún no ocupaba el lugar de la religión oficial del Imperio (esto lo proclamó Teodosio en el Edicto de Tesalónica de 380). Además, entre todas las leyes que creó, abolió la crucifixión, sustituyéndola por la horca (la ley romana y la justicia sí seguían vigentes); permitió que la Pascua se celebre públicamente, y lo mejor de todo, declaró el día domingo como día de descanso.

Como el primer emperador cristiano, se esforzó por apaciguar las diferencias religiosas y convocó el Primer Concilio de Nicea en el año 325. Su objetivo era acabar con algunos problemas doctrinales dentro de la Iglesia de los primeros siglos, especialmente el arrianismo, doctrina que negaba la naturaleza divina de Cristo, que finalmente fue considerado una herejía.

Constantino fue llamado “el grande” y no fue en vano. No sólo fomentó el cristianismo, sino que además reunificó el Imperio Romano y derrotó a los francos, a los visigodos y a otros pueblos invasores. Pero como todo ser humano, no pudo contra una enfermedad que acabó con su vida en el año 337. Se dice que en su lecho de muerte fue bautizado para morir como un cristiano.

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2 comentarios

  1. Isabel dice:

    Decearía saber cuando exactamente publicastes éste documento con propositos de utilizar la información brindada para beneficios de referido.

  2. admin dice:

    Hola, Isabel:

    Se publicó el 10 de marzo de 2010. ¿Para qué me has comentado que quieres usar la información?

    Saludos

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