Fernado Pessoa y sus heterónimos

Fernando Pessoa

Las dos máximas que nutrían las estéticas modernas, Yo es Otro y Hay que ser absolutamente moderno, desde que fueran chilladas al mundo por el insolente Arthur Rimbaud, quien tendía a ruborizarse, van a ser desconstruidas y reelaboradas gracias a la acción vital y literaria de Fernado Pessoa y sus heterónimos.

Fernando Pessoa nació en Lisboa, 1888. Era niño cuando la familia perdió al padre, aunque la madre se iba a casar en segundas nupcias con el cónsul de Portugal en Sudáfrica, donde Fernando vivirá interrupidamente durante diez años. En 1905 regresa de manera definitiva a Lisboa. Hasta su muerte treinta años más tarde, trabajará sobre todo como traductor o, como dice él mismo en un documento escrito poco antes de morir, «corresponsal extranjero» en casas comerciales.

Sus poemas juveniles los escribe en inglés, en realidad lengua de todas sus obras publicadas en vida, con excepción de Mensagem (1934), ya que su formación en Sudáfrica le había permitido un contacto directo con los grandes autores ingleses y un conocimiento íntimo de la lengua. Pero que nadie se confunda: Pessoa es el genio contemporáneo de la literatura portuguesa, como Camôes es la cima fundacional y gran referente clásico.

Pessoa, uno de los introductores de los movimientos vanguardistas en Portugal, es recordado por el pliegue creador que realiza merced al heterónimo. Los heterónimos de Pessoa no son simples máscaras, sino que surgen como rasgos indiscernibles de un propio estilo literario y de una biografía exclusiva.

Fernado Pessoa murió en 1935, por complicaciones relacionadas con una cirrosis hepática, algo nada insólito en tan gran bebedor de aguardiente. El mundo estaba a punto de descubrir un tesoro literario que hoy ya se nos presenta claramente como una de las cumbres de la literatura universal de todos los tiempos.

Quien vivió no una vida, sino varias, fingiendo un dolor que en verdad sentía, no dejó de fingir ni siquiera hasta en la muerte y así murió no una vez, ni siquiera unas cuantas, sino que su poesía permanecerá por siempre.

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